Yo hoy me permito parar y descansar

Han pasado varios meses desde la última vez que sentí el impulso de escribir sobre una de las tantas cosas que me estoy permitiendo experimentar desde que la vida quiso poner en mi camino a Isabel Díaz y a la Polarización Energética Okuni

… pero hace unos días tuve una de las tomas de conciencia más grandes que he tenido desde que empecé este increíble y mágico viaje de autodescubrimiento y transformación personal en el que estoy inmersa; y he vuelto a sentir esa voz interior que me pide poder manifestarse a través de mis brazos y manos y el teclado de mi ordenador.

Todo empezó hace un par de semanas. Estaba leyendo uno de los módulos de la formación online Emprender con el corazón: de la semilla al fruto de Mujer Cíclica, que estoy realizando estos meses. En una de las actividades del módulo se nos invitaba a recordar la importancia de hacer pausas conscientes y regulares en el trabajo o en cualquier otra actividad que estuviésemos realizando y que requiriera especial concentración o esfuerzo físico o mental. El ejercicio era, aparentemente, muy sencillo.

Para ayudarnos a integrar el hábito de parar y descansar regularmente, sólo teníamos que anotar en un folio algunas ideas de lo que podríamos hacer en los tiempos de pausa consciente. También se nos pedía que nos aseguráramos de que esas ideas eran algo gustoso y placentero para nuestros cuerpos.

Lo primero que yo escribí fue “No se me ocurre nada. ¡Qué fuerte!”. De pronto me di cuenta de que yo nunca había hecho una pausa cuando trabajaba en la universidad. Quizás la hice alguna vez pero, si fue así, la he borrado completamente de mis recuerdos. Enseguida sentí como mi cuerpo reaccionaba ante esta toma de conciencia: el corazón empezó a latir más rápido, me entraron sudores y mis hombros se tensaron; y empecé a sentirme realmente agobiada con el ejercicio. “No puede ser”, me dije a mí misma. “¿De verdad, Irma? ¿No se te ocurre ni una sola cosa?”. No tardé en responderme a mí misma: “bueno sí, hacer algún estiramiento, cinco respiraciones profundas” y, de nuevo, mi cuerpo reaccionó con fuerza y una voz en mi interior me dijo alto y claro “pero si eso lo odias, lo haces porque te han dicho que es bueno para ti y has visto que te ayuda, pero venga ya, Irma, eso nunca lo has encontrado ni gustoso ni placentero”.

Era tal el malestar que sentía, que tuve que dejar el ejercicio y poner mi atención en otra cosa… pero la puerta estaba ya abierta y, como he comprobado ya en muchas ocasiones, la oportunidad de cambiar ese patrón limitante en mi interior (ése que me repite una y mil veces que el trabajo es lo primero, que hay que ser productiva y que descansar es una pérdida de tiempo o algo que ya tendré tiempo de hacer cuando esté muerta) se había puesto ya en marcha.

Al día siguiente, seguía dándole vueltas al tema, consciente e inconscientemente. En algún momento de mi vida adquirí el hábito y la capacidad de trabajar hasta seis y siete horas seguidas sin parar delante del ordenador o de alguna montaña de papeles o exámenes y actividades de estudiantes por corregir. Mi hábito era tal que, podía a veces estar sedienta o necesitar ir urgentemente al aseo, pero no lo hacía por no romper la concentración y el flujo de energía creativa en el que me encontraba sumergida (a veces incluso ni me daba cuenta de ello)… y, cuando mi espalda y mis hombros me hacían saber repetidamente que algo no estaba haciendo bien, en lugar de darme cuenta de que mi forma de trabajar me estaba pasando factura físicamente, me enfadaba conmigo y, sobre todo, con mi cuerpo por no obedecerme…

… y, entonces, sucedió. Volví a forzar mi cuerpo, intentando acabar de poner orden en una habitación de la casa que necesitaba urgentemente ordenar, a pesar de que mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos que lo escuchara e hiciera una pausa y, de nuevo, forcé mi cuerpo y me enfadé con él y lo culpé por no cumplir mis exigencias… hasta que el universo, una vez más, me mandó ayuda a través de mi móvil. De repente, apareció en él un aviso para que liberara espacio de la memoria y, al ir a borrar algunos vídeos, uno de ellos me llamó la atención.

Es el videoclip de una canción que siempre me hace sonreír y tener ganas de mover el cuerpo y, entonces algo en mi interior dijo “sí, esto sí es algo gustoso y placentero para ti, sólo tienes que dedicar 3 minutos a hacerlo cuando quieras hacer una pausa”. Me puse a escuchar la canción y a bailarla y a gozarla como si no existiera nada más en el mundo, y sentí ese clic que ya tantas veces he sentido en mi interior, ese clic que me hace saber que algo muy importante se ha movido y me está permitiendo soltar o transformar un viejo patrón.

He tardado años en hacer este clic interior que me permite darme cuenta hoy de lo ciega que he estado todos estos años al no darme cuenta de que mi cuerpo siempre me avisa de aquellas cosas que no son buenas para mí, por mucho que yo en algún momento aprendiera o creyera que sí lo eran. Hoy me he dado cuenta de la increíble y maravillosa sabiduría de mi cuerpo y he hablado con él y le he pedido perdón por no haber comprendido antes su lenguaje y le he prometido, con esta nueva conciencia que hoy tengo, que no le pediré ni exigiré aquello que no puede darme en estos momentos y que lo escucharé y cuidaré mucho más de él de ahora en adelante.

Yo hoy me permito incorporar en mi día a día las pausas conscientes. Yo hoy me permito integrar en lo cotidiano el hábito de parar y descansar regularmente, no desde la obligación de hacerlo (como lo entendía antes), sino desde la plena consciencia del regalo que supone para mí este autocuidado básico en mi salud y bienestar físico, emocional, mental y espiritual.


Han pasado ya varios días desde que escribí esta reflexión pero siento la necesidad de añadir unas palabras a lo que surgió de mi interior en esos momentos. En pocos días, pude completar el ejercicio propuesto en la formación. De repente, noté que venían a mí a borbotones ideas sobre qué hacer en mis pausas conscientes y todas esas ideas eran gratas, no requerían más de cuatro o cinco minutos y me hacían sentir bien. Aún a día de hoy me sorprende la fuerza que tienen esas cuatro palabras, que empecé a practicar cuando llegué a Okuni hace ya más de cuatro años, y que tantos y tantos regalos están trayendo a mi vida: Yo Hoy Me Permito

(escrito entre el 22 de junio y el de 5 julio de 2021)

Yosoyluz. Ésta es mi luz. Veo la tuya y la honro.

6 Comentarios

  1. Marien

    Es importante parar para descansar mente y cuerpo. Es como si cogieras perspectiva y a la vuelta algo ha cambiado. Yo también soy muy “burra” cuando me pongo en alguna activitad, lectura….. no tengo fin y es como si fuera a llegar el fin del mundo. He aprendido a parar, aunque no todo lo que desearía pero estoy en ello.
    Gracias por recordarlo.

    Responder
    • Irma

      Muchísimas gracias por tu comentario, Marien. Yo estoy aprendiendo a hacerlo ahora. En eso soy como tú, muy “burra” y, cuando algo me apasiona y siento que tengo que hacerlo en ese momento, me olvido de todo lo demás… y, sobre todo, de escuchar los mensajes de mi cuerpo. Haberme hecho consciente ahora de todo esto es un primer paso para soltar viejos patrones y adquirir nuevos hábitos más saludables para mí. Un beso muy fuerte lleno de luz.

      Responder
  2. Gelo Olivera

    Gracias por tu entrada; me ha ayudado a reflexionar. Me he visto espejada por lo que explicas. Ahora no trabajo fuera de casa porque ya estoy jubilada pero, aún y todo, no me dedico esos momentos de descanso. Parece que esté fallando a alguien cuando me paro. Gracias por recordármelo.

    Responder
    • Irma

      Muchas gracias a ti, Gelo, por tu comentario. A mí también me ha pasado esa sensación de estar fallando a alguien si he pensado en parar y descansar. En mi caso es más una sensación de estar defraudando a alguien mezclado con un fuerte sentimiento de culpa por estar haciéndolo. Es bueno que, a veces, nos recuerden que no pasa nada por cuidarnos un poquito y por darnos el permiso de bajar el ritmo e incorporar las pausas conscientes en nuestro día a día. Tal y como yo lo veo, no tiene que ser únicamente cuando tenemos una vida laboral fuera de casa. Podemos parar y descansar regularmente en nuestras actividades cotidianas. Es sólo cuestión de escuchar más a nuestro cuerpo y lo que éste nos pide en cada momento. Un abrazo de luz muy grande para ti.

      Responder
  3. José Segundo

    Más vale tarde que nunca!!

    Cómo me alegro de tu toma de conciencia.

    Muchísimas gracias por esta reflexión y por compartirla.

    Yo suelo aplicar una pausa en el trabajo, la del café y la tostada, pero tendré que incorporar alguna más para que mi cuerpo no tenga que advertirme o darme señales de que no le tengo en cuenta.

    Ya sabes, más vale prevenir …,

    Responder
    • Irma

      Me alegro mucho de que te haya gustado la entrada y te agradezco mucho tu comentario. ¡Qué bien que te permitas estas pausas en el trabajo… y, si además, mi reflexión te ha ayudado, de alguna forma, a que te plantees hacer otras pausas conscientes a modo preventivo… eso ya me alegra el alma! Un beso enorme lleno de luz y amor.

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies